sábado, 30 de agosto de 2014

Conclusiones




 "No trates de entender todo. A veces no se trata de entender, sino de aceptar."



Estoy jodida.

Creo que es la conclusión más aproximada a la que puedo acercarme en esta etapa de mi vida.

O quizás es que la vida en sí es jodida. También podría darse el caso.

¿Qué está siendo de la vida de Bradshaw? Estoy a unos cuantos gramos de empezar la recta de los 60 kilos, estoy intentando tonificar toda la piel sobrante de mi cuerpo, no he vuelto a darme ningún atracón de comida más allá de los límites de la normalidad, no suelo tener ansiedad en ese aspecto y, cuando la tengo, sé cómo equilibrarla… etecé, etecé, etecé.

Creo que lo anterior en sí, resume mi vida gastronómica y similares. ¿Y por lo demás? Bueno. No sabría exactamente cómo explicarlo… Quizás es que tampoco tenga mucha explicación.

Creo que… me estoy enamorando. Y en realidad sería por primera vez. La gente que me haya solido leer en alguna otra ocasión, tendrá una ligera idea de lo que en sí ha sido mi vida amorosa. Lo más que he aspirado a tener son ligeros “enchochamientos” que no desembocaban en nada porque, mis miedos, inseguridades y fronteras así lo impedían. (Y puede también que, porque siendo honesta, sabía que me daría de bruces contra el rechazo.)

Y bueno… La cuestión es que es complicado. Pero no es este tipo de complicación de “es complicado; él vive en Pontevedra, yo en Lugo y las líneas de bus están caras últimamente.” No. Me refiero a… que es complicado. De verdad.

Jamás pensé que pudiera llegar a sentir que… dependo tanto de una persona. Siempre he sido alguien que ha tenido un gran “vacío” cuando hablamos de afecto. He experimentado mucho rechazo y muchos abandonos por parte de gente que prometió que no lo haría. Tengo la confianza algo tocada en ese aspecto. Pero… cuando aparece alguien que te hace creer que es diferente, y no solo creer, sino que te demuestra que lo es… ¿cómo no te aferras? ¿Cómo no puedes depender de algo así? ¿Cómo podría tener la más mínima duda, de que sabiendo lo mucho que me han fallado, y la poca suerte que he tenido afectivamente, y de lo que ANSÍO, apareciera alguien así en mi vida y pretender NO ilusionarme?

El problema de tener necesidad afectiva, es que si dependes de alguien, al menos tan intensamente, entregas cada milímetro de ti y pueden destrozarte. Literalmente. Pueden arrebatarte absolutamente todo. Porque te obsesionas, porque tienes miedo de ser reemplazada, de que ese “algo” que puede existir entre vosotros se evapore mañana. Miedo de saber que, la gente que al contrario que tú, ha experimentado emociones pero han derivado en fracaso; tiene más facilidad de romper vínculos con personas y que no le afecte de la misma manera que podría afectar a alguien tan necesitado como tú.

Miedo, quizás. Terror y pavor. Todo podría resumirse en esas palabras. Tengo miedo a que me rompan el corazón por primera vez. Tengo miedo, por no haber sido capaz de controlar mis emociones y sentimientos, de no haber puesto límites fronterizos, y de que mi felicidad, globalmente hablando, dependa de solo una persona. De una persona que está jodida como yo. Pero quizás en otros niveles algo más extremos. De una persona que, ha experimentado tanta mierda, que simplemente se la sude todo. Y no tenga reparos a la hora de la verdad de bajarse del barco, y dejarme ahí dentro, navegando por mi cuenta. Y perdida. Sin saber qué hacer, ni a dónde ir.

Y cuando eres consciente de que todo ha llegado tan lejos… ¿Cómo rectificas? Y lo peor de todo; ¿cómo rectificas si en el fondo no quieres hacerlo? Temes que todo acabe explotando y en llamas, con todos muertos, pero aun así… te niegas a desprenderte de esa tortura. Quizás sea masoquista. Quizás todos, en mayor o menor medida, lo seamos. O quizás es que… simplemente tengo esperanza. Esperanza de encontrar algún atisbo de vida tras un incendio. Esperanza de que, aunque el freno esté jodido, el coche se detenga a centímetros escasos de colisionar contra algo.

Jamás pensé que todo esto de enamorarte, de crear vínculos más estrechos con alguien… fuera realmente tan complicado. ¿Quizás somos nosotros mismos los que lo complicamos todo? Puede que las cosas no sean tan complicadas objetivamente hablando, algunas veces. Pero no pretendas que alguien daltónico pueda ser objetivo en los colores de un cuadro…

Y eso me lleva a otros temas más complicados. Por ejemplo, siempre he solido ver en esos casos de violencia doméstica esa facilidad de decir “¿¡pero por qué no le deja?!” “si sigue con él tras todo lo que le ha hecho, simplemente se lo merece.” Pero… probablemente y solo ahora, puedo llegar a entender de algún modo a esa persona que se niega a abandonar a alguien tan tóxico. Existe el miedo, las represalias, sí. Pero también están otros casos… como el estar emocionalmente atado. El que tengas esperanza de que todo pueda funcionar de alguna manera, si es que hay algún problema. De que estés completamente segura, de que jamás encontrarás a nadie como él. De que jamás nadie te querrá como él, aunque en el fondo, te esté matando lentamente. Simplemente no ves más allá, porque estás cegada. Emocionalmente cegada. Y excusas absolutamente todo. Excusas el daño, el sufrimiento, el dolor… Simplemente buscas una manera de que el amor que sientes hacia una persona, tenga sentido.

Supongo que, quizás, siempre había crecido con la idea de que nunca me iba a enamorar. Puede que lo hubiera aceptado de alguna manera. De que todo siempre se basaría en libros, cantantes y celebridades, en chicos aleatorios que pudieras encontrarte por la calle, o en tu clase. De que ese “amor platónico” sería de lo único que viviría afectivamente, de mi imaginación, dando por hecho que jamás experimentaría algo más… allá. Pero a veces simplemente pasa, algo estalla delante de tus narices y acabas impregnada hasta la médula. ¿Cómo luchas contra algo así? ¿Cómo luchas contra algo que sabes que es peligroso, pero a la vez e irónicamente, es lo único que te motiva en tu día a día?

Vaya mierda de vida, señores. Esa es mi conclusión.

Buenos días.

lunes, 26 de mayo de 2014

-40 kilos






Quizás, si debiera hablar del tiempo transcurrido entre foto y foto… caerían tres años (y en realidad he sido un constante mantenimiento durante todo este tiempo, no logrando bajar más allá de los 105 kilos). Pero no fue hasta Agosto del verano pasado, cuando de verdad me puse el casco y aceleré para no mirar atrás… y hasta el día de hoy. Podría decir que he perdido 30 kilos en medio año. En realidad es una burrada y, quizás los haya perdido muy rápido, no lo voy a negar. Pero quizás, el ansia de querer hacer las cosas correctamente me vino de golpe y fue algo difícil de controlar.

A día de hoy, me gustaría perder mínimo 5 kilos más, y depende de cómo me vaya encontrando, detener esta pérdida de kilos o ir a por unos cuantos más.

Gracias a cada uno/a de vosotras que ha estado ahí más o menos tiempo, pero que ha estado, acompañándome en esta aventura algo inestable. Definitivamente ha sido algo clave. Cualquier cosa que necesitéis; sabéis dónde encontrarme.

Y recordad, que nada es imposible.

¡Mua!

domingo, 25 de mayo de 2014

Rechazo



Y a tres kilos de empezar la recta de los 60 kilos… Me invaden una serie de sentimientos algo contradictorios, e incluso ilógicos.


Miro hacia atrás; viendo vídeos varios en donde aparezco, fotos, o simples recuerdos… y lo único que siento es rechazo. Siento asco. Es ver a alguien con sobrepeso por la calle, y lo único que me viene a la cabeza son pensamientos con una pizca de odio incluso; “sigue comiendo sí, que es lo que te hace falta.” Pensé sarcásticamente hace pocos días, al hallarme en un centro comercial y ver a una chica con cierto sobrepeso comiéndose una porción de comida rápida con unas amigas en vía pública. Y la única respuesta medianamente sensata que se me ocurre a todo este rechazo por gente con sobrepeso; es que me recuerdan a mí. Me visualizo en ellas. Visualizo esa desgana, ese conformismo diario que me hacía aferrarme a la idea de que ese era el cuerpo que iba a tener toda mi vida porque es a lo que había estado acostumbrada desde que tenía uso de razón. Visualizo esa sensación de estar hablando y ahogarte, ahogarte porque te falta la respiración y tu corazón se acelera súbitamente ante tal estúpido esfuerzo. Subir escaleras y ahogarte. Andar cinco minutos y ahogarte. Ahogarte continuamente. El cúmulo de grasa que acumuló mi cuerpo durante tantos años era tan desorbitado que incluso sentía ciertos pinchazos cada X meses en el pecho, leves amagos de lo que podría catalogar de… ¿“mini infartos”? ¿Sería una locura darles ese nombre?

Llegas al punto de no salir de casa, porque más allá de esos muros está la realidad; aquella que te recuerda que estás destrozando tu vida día tras día, y sabes que no estás haciendo el más mínimo esfuerzo por ponerle remedio. Recuerdo salir quizás alguna vez al mes con mis amigas (para tampoco hacerles entender que tenía algo contra ellas y no querer explicarles que en el fondo me daba fatiga extrema tener que ser visible para la sociedad), y en vez de disfrutar de la salida, de su compañía, de simplemente pasar un buen rato; estar pensando continuamente en la hora de volver a casa, para encerrarte en tu guarida y comer. Comer y llenar ese vacío diario de sentimientos inexistentes e “inalimentados” internos. Pensar en volver y en comer porque, como ya he dicho, es la única forma de que nadie te juzgue, de seguir engañándote sumergida en esa burbuja de fantasía donde nadie te mirará por encima del hombro, ni te dirá una palabra que no quieres oír… a pesar de que seas consciente de ellas porque te las dices diariamente en tu cabeza al final del día, antes de dormir.




A día de hoy me encuentro a tres kilos de empezar la recta de un peso adecuadamente “normal” para mí, sí… y lejos de abrazar a mi “yo” antiguo, le odio. Le odio por haberse conformado tanto tiempo. Y odio a toda aquella persona que también se conforma, se conforma en vivir su vida de la manera que cree que debe vivirla; y no como quiere y de verdad merece.

Como ya he dicho en alguna ocasión; por favor, NO te conformes. Si hubiera sabido todos los beneficios que conlleva pesar lo que peso ahora… el poder ponerte la ropa que siempre has querido, el no estar pensando continuamente si tu culo entrará en ese asiento público, de empezar a gustarte cómo sales en las fotos, sentirte atractiva, de salir y conocer gente y querer conocerla sin miedo al rechazo, en simplemente sentirte SANA y ligera… no me hubiera planteado ni un segundo en hacer la comida una necesidad diaria básica para subsistir, y no en un eclipse de vida.

lunes, 3 de marzo de 2014

Perfección



Lo he logrado. La recta de los 70 kilos por fin ha irrumpido en mi vida y lejos de que me invada una radiante felicidad expandiéndose por cada célula de mi ser; me siento más insegura que nunca.




No es que no esté contenta ni orgullosa de mí misma por haber logrado por fin mover los hilos de mi vida. Lo estoy. Pero quizá, he esperado tanto a arreglar el camino de mi desastrosa existencia, que he dañado permanentemente ciertas partes de mi cerebro. Y con esto me refiero a que… el peso siempre me ha sido una barrera para desenvolverme en esta jungla de sociedad que tenemos hoy en día. Siempre ha sido ese hándicap (que por supuesto me he buscado yo solita), esa cadena que arrastrar, a veces queriendo hacerme la loca y no querer ver los problemas que me causaba, y otras veces siendo plenamente consciente pero no teniendo la suficientemente fuerza de voluntad o coraje para poner remedio a ello. 




Es triste que haya sido a mis ventipocos años cuando mi chip interno ha decidido sacar el hacha de guerra, y no antes. Porque aunque exista ese dicho de “más vale tarde que nunca” (que en cierta manera, su razón tiene), es cierto que hay ciertas cosas que no deberíamos atrasar tanto, porque tenemos fecha de caducidad y el tiempo pasa, aunque la mayor parte del mismo no seamos conscientes de ello. El tiempo pasa quieras o no, y pasan a su vez oportunidades correspondientes a tu concurrente edad, que si no aprovechas, carecerán de sentido hacerlas en un futuro.
Yo no he tenido adolescencia. He estado sumergida continuamente en mi miseria, adoptando una actitud masoca y víctima, dejando que esa mierda me consumiera día sí y día también, construyendo con esas inseguridades mi persona poco a poco, lentamente. Y a día de hoy todo ese tiempo ya se ha esfumado, dejándome como resultado esa escultura ya creada, firme y derecha, que es lo que soy hoy en día: una persona terriblemente inestable emocionalmente, y obsesionada con la idea de ser capaz de quererme algún día. De perdonarme por haberme machacado, emocional y físicamente toda mi vida. Por pensar que la comida era más importante que mi salud y bienestar físico.




Si no te quieres... Si no sientes que eres lo suficientemente buena para el mundo de hoy, ¿cómo puedes ser capaz de dejar que alguien piense que sí lo eres? ¿Cómo puedes ser capaz de tirar ese muro de inseguridades, ya compacto y sólido, y dejar que amen cada rincón de tu interior sin miedos, sin historias? ¿Cómo dejar atrás esa desconfianza constante? ¿De verdad llegaré a ese punto matándome a ejercicio y quedándome en el peso que quiero estar, o estoy jodida mentalmente de por vida?
 
A día de hoy me faltan diez kilos y quizás alguno más para estar realmente en un peso que considero adecuado para mí. Y aunque vaya dejando atrás esa grasa que ha reposado en mi cuerpo tantos años; ese muro inestable se va haciendo cada vez más visible, más nítido, haciéndose cada vez más grande, en donde la palabra resonante, en negrita y en cursiva que aparece pintada en graffiti es; perfección




sábado, 25 de enero de 2014

Ley del mínimo esfuerzo



Antes que nada, y aunque vaya con un poco de retraso… Espero que estas Navidades hayáis sabido controlaros y tenido presente continuamente lo que de verdad queréis conseguir, y no en degustar chocolates y turrones como si no hubiera mañana (yo he pasado por esa etapa, ¡así que sé de lo que hablo!). Sé que esas fechas suelen ser complicadas, y que cuando ves toda esa comida puesta sobre la mesa te es imposible resistirte si tienes los ánimos por los suelos y es a lo que has estado acostumbrada siempre; pero recuerda que solo de ti depende darle poder a tu gula interna.

Dicho esto. Hablemos de otras cosas. Muchos/as sabréis que cité en una de mis antiguas entradas este tipo de blogs en los que se “admira” la gordura. Voy a ser más explícita; en este tipo de blogs (que se convierten en comunidad), lo que se hace en resumidas cuentas, es dar pie a que gente de la calle suba sus propias fotos y que el resto (todas suelen tener los mismos rasgos físicos) sea capaz de darle “likes” y engañarse las unas a los otras diciendo que se ven geniales y que a la mierda la superficialidad, haciendo que la poca autoestima existente en sus vidas, se incremente un poco

Veamos lo que considera ésta comunidad ‘sexy’ y digno de admirar;

























                                                                                                                         
Ahora, yo cuestiono la siguiente pregunta; ¿alguien ve algún tipo de diferencia entre estas fotos, y las que se suben en blogs referentes a Anorexia y Bulimia? Yo veo el mismo grado de engaño y enfermedad. Porque al fin y al cabo es una enfermedad; estamos hablando de casos extremos. Yo defiendo que cada uno es dueño de su cuerpo y de su mente y que tiene la total libertad para vivir su día a día como quiera; pero no me vendas algo que ni tú misma te crees. Una cosa es tener 10 kilos de más, e incluso si me apuras; 20. A eso se le llama tener “curvas.” Y veo totalmente lógico que alguien se pueda sentir atraído por ese tipo de cuerpos. Pero otra cosa muy distinta es la “obesidad mórbida”, que es lo que se muestra en las anteriores fotografías, bajo la burda y errónea etiqueta de “mi cuerpo es sexy, tiene curvas, y al que no le guste, que le jodan.” Porque para empezar, a la primera que le disgusta su cuerpo es a ella misma, por mucho que se empeñe en repetir públicamente el discursito de la típica “gordita feliz.” Este discurso consiste en defender y excusar tu físico por medio de admitir que es que en realidad te gusta ser así, cuando en el fondo la gran verdad oculta de toda esta mentira; es que te importas demasiado poco como para preocuparte primeramente por tu salud, y segundamente por tu estética (y hablo única y exclusivamente, de la estética en cuanto a gusto personal). Te has dejado tanto, y le has dado tan poca importancia a todo lo anteriormente citado; que ya crees que la única solución que te queda es vivir con lo que tienes, obligándote a creer que en realidad te gusta ser así.

Y lo peor que le puede pasar a este tipo de personas, es encontrar esa clase de blogs; donde lo único que hará es tropezarse con más gente como ella, con el mismo nivel de desgana y dejadez, y animarse entre ellas a seguir este estilo de vida y fantasía, donde la ley del mínimo esfuerzo es el plato fuerte del menú del día.

No te engañes. Por favor, no lo hagas. No te conformes. Porque vivirás el resto de tu vida siendo infeliz. Si de verdad, de verdad, de verdad te gusta lo que ves en el espejo; adelante. Sea cual sea tu peso. Pero si no te gusta; haz algo por cambiarlo. Porque si lo cambias es por ti… y para ti. ¿Que no es fácil? No lo es, pero toda recompensa viene con un esfuerzo anterior, y hoy en día, a menos que seas billonario, todo cuesta algo de esfuerzo mental... y físico.

Bradshaw

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...