lunes, 3 de marzo de 2014

Perfección



Lo he logrado. La recta de los 70 kilos por fin ha irrumpido en mi vida y lejos de que me invada una radiante felicidad expandiéndose por cada célula de mi ser; me siento más insegura que nunca.




No es que no esté contenta ni orgullosa de mí misma por haber logrado por fin mover los hilos de mi vida. Lo estoy. Pero quizá, he esperado tanto a arreglar el camino de mi desastrosa existencia, que he dañado permanentemente ciertas partes de mi cerebro. Y con esto me refiero a que… el peso siempre me ha sido una barrera para desenvolverme en esta jungla de sociedad que tenemos hoy en día. Siempre ha sido ese hándicap (que por supuesto me he buscado yo solita), esa cadena que arrastrar, a veces queriendo hacerme la loca y no querer ver los problemas que me causaba, y otras veces siendo plenamente consciente pero no teniendo la suficientemente fuerza de voluntad o coraje para poner remedio a ello. 




Es triste que haya sido a mis ventipocos años cuando mi chip interno ha decidido sacar el hacha de guerra, y no antes. Porque aunque exista ese dicho de “más vale tarde que nunca” (que en cierta manera, su razón tiene), es cierto que hay ciertas cosas que no deberíamos atrasar tanto, porque tenemos fecha de caducidad y el tiempo pasa, aunque la mayor parte del mismo no seamos conscientes de ello. El tiempo pasa quieras o no, y pasan a su vez oportunidades correspondientes a tu concurrente edad, que si no aprovechas, carecerán de sentido hacerlas en un futuro.
Yo no he tenido adolescencia. He estado sumergida continuamente en mi miseria, adoptando una actitud masoca y víctima, dejando que esa mierda me consumiera día sí y día también, construyendo con esas inseguridades mi persona poco a poco, lentamente. Y a día de hoy todo ese tiempo ya se ha esfumado, dejándome como resultado esa escultura ya creada, firme y derecha, que es lo que soy hoy en día: una persona terriblemente inestable emocionalmente, y obsesionada con la idea de ser capaz de quererme algún día. De perdonarme por haberme machacado, emocional y físicamente toda mi vida. Por pensar que la comida era más importante que mi salud y bienestar físico.




Si no te quieres... Si no sientes que eres lo suficientemente buena para el mundo de hoy, ¿cómo puedes ser capaz de dejar que alguien piense que sí lo eres? ¿Cómo puedes ser capaz de tirar ese muro de inseguridades, ya compacto y sólido, y dejar que amen cada rincón de tu interior sin miedos, sin historias? ¿Cómo dejar atrás esa desconfianza constante? ¿De verdad llegaré a ese punto matándome a ejercicio y quedándome en el peso que quiero estar, o estoy jodida mentalmente de por vida?
 
A día de hoy me faltan diez kilos y quizás alguno más para estar realmente en un peso que considero adecuado para mí. Y aunque vaya dejando atrás esa grasa que ha reposado en mi cuerpo tantos años; ese muro inestable se va haciendo cada vez más visible, más nítido, haciéndose cada vez más grande, en donde la palabra resonante, en negrita y en cursiva que aparece pintada en graffiti es; perfección




Bradshaw

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...