martes, 19 de marzo de 2013

Despacito y con buena letra

Me alegra empezar escribiendo que... Voy adelgazando, sin prisa pero sin pausa, y cada vez estoy más ansiosa porque llegue la siguiente semana y pueda pesarme y ver cuánto he perdido.




Es cierto que hay momentos en que me entra un pelín la desesperación por querer acelerar el proceso, pero si no hago ejercicio... (me he planteado empezar a moverme a partir de esta semana, ya sea corriendo, o viendo vídeos en youtube de ejercicios), de poco sirve quejarme, ¿no?
No quiero volver a tirar la toalla, no me siento como otras veces de todos modos; estoy más concienciada... Porque sé que si volviera a recaer, ya no habrían más oportunidades, porque yo misma no me las concedería de puro cansancio físico y mental.






Cada vez que me miro en algún reflejo, ansío ver la transformación de mi cuerpo. Ansío llegar a verme reflejada un día, torcer los morritos mientras me miro de arriba a abajo, y que de entre mis labios fuera naciendo una sonrisa llena de orgullo.
Pero sé que para que ese momento llegue mínimo va a tener que pasar otro mes y seguir haciéndolo igual de bien o mejor... Quizás es lo que me desespera. Pensar "a la larga", ya que prácticamente, he estado en una espiral de dietas que he ido repitiendo hasta la saciedad, adelgazando por 89298789317984ª vez los kilos que perdí hace un mes, y etecé, etecé, etecé... Por eso la sensación de estar en perpetua dieta y seguir viéndote igual puede jugar una mala pasada a esa cosita que tenemos dentro del cráneo y se hace llamar cerebro. Pero... ánimo. Dentro de dos meses echarás la vista atrás y agradecerás cada vez que cerrabas la boca ante una tentación que creías imposible de evitar.

Bradshaw

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