No, no soy la típica chica que se crea un blog para decir que está gorda porque pesa 58 kilos y mide 1'59, y se dedica a hacer carreras de Anas y Mias.
Todavía no he encontrado ningún blog en el que la razón de tristeza por el peso sea real. Cuando verdaderamente es un problema y no estupideces mentales. Porque pesar más de 100 kilos y medir uno sesentayalgo, no es una obsesión física.
¿Cómo es que te has dejado tanto?
Sí, yo también me lo pregunto. Supongo que es porque me gusta comer y no sé controlarlo. Intenté alguna vez odiar la comida, en mi época tonta, y vomitar y todas esas cosas. Pero llegué a la conclusión de que era luchar contra mí misma, y no quería.
Así que sí. Me gusta comer, y disfruto muchísimo haciéndolo. Tanto que a veces no puedo llegar a parar.
Pero tarde o temprano debo ponerme freno. No cuando me dé un infarto o un amago de algo raro, sino ya. Ahora. Pero últimamente me cuesta horrores empezar. Ya sabéis, soy de esas que dice "el lunes me pongo a dieta", y cuando llega el lunes es como "eh, vale, al lunes siguiente" y así. Y por esa razón he estado a dieta desde que tengo uso de razón. Toda mi adolescencia ha sido así. Empezando y dejando dietas a la mitad, unas veces con más ganas, más motivada, y otras con menos. Hasta el día de hoy. Y verdaderamente me da pena. Me doy pena yo misma. Porque estoy desperdiciando mi vida, estos días que pasan y ya no vuelven. Toda mi adolescencia deseando empezar a tener los primeros romances, ponerme la ropa que me gusta, disfrutar de la vida sin que todo el mundo se gire a criticarte por como estás. Y nada. Y hacerlo ya no solo por la gente, sino por mí misma. Por darme la oportunidad de tener seguridad en lo que hago y ser felíz.
Pero la adolescencia en ese aspecto está perdida. Ya no puedo hacer nada por volver atrás y recuperar instantes que podrían haber sucedido pero no lo hicieron, y cambiarlos por aquellos que sucedieron y son dispensables.
Así que a día de hoy, tengo 20 años. Y depende de mí que me quede una vida por delante, la vida que quiero, o seguir como hasta ahora: soñando con que llegue el día en que diga "basta ya" y empiece a construirla.
¿Me acompañas?