Estoy con un debate interno permanente, y más últimamente,
porque me ha dado por ver películas. Las “típicas” con “típicas” tías buenas y
“típicas” actitudes de que hagan lo que hagan conseguirán sin ningún esfuerzo
al “típico” protagonista. O por el contrario, es el protagonista, “típico”
normalucho, que puede llevarse a la “típica” tía que cuesta encontrarle los dos
dedos de frente, solamente siendo él mismo y demostrando que la belleza está en
el “típico” interior… Pero solo cuando el prota es un tío. Muy típico todo.
¿Hay alguna película hoy en día que no sea típica y que el prota no obtenga
como trofeo, a mujeres retrasadas?
Quizás es que me quema especialmente esa realidad que
intentan vender en calidad cine. Porque luego, se quiera o no, el pueblo borrego
capta esos ideales y los transforma al verdadero mundo real, en donde da igual
que el tío sea gordo, feo y que solo piense en sexo, que podrá llegar a
camelarse a una chica de buen ver. Pero... ¡Protesto señoría! ¿Qué pasa al
revés? ¿Acaso estaría bien visto que una gorda adoptara las actitudes del caso
anterior, sin ser rechazada? Si una chica de buen ver rechaza al gordo, es una
“puta superficial”, y demás calificativos bien hermosos. Si un chico de buen
ver rechaza a la gorda. ¿Qué es? Después de todo habrá que condenar a la chica
obesa por haber tenido la osadía de siquiera pensar que podría haber tenido
algún tipo de oportunidad.
Y luego me paro a pensar… ¿Y si lo que me inunda no es rabia
por los cánones expuestos, sino envidia? ¿Tengo envidia de las típicas tías
infumables que salen en películas y que pueden llevarse a cualquier tío al
catre, en los primeros cinco minutos, y que el tío acceda cual oveja con
enfermedades mentales? Puede ser. Porque al fin y al cabo, hoy en día, no
encuentro una realidad más diferente que la que aparecen en las películas
(bueno, sin tiros y todo eso “cienciaficcional”). A toda mujer le gusta ser deseada. No digo lo contrario. Pero otra cosa muy distinta es ser un objeto sexual de cine para atraer en masa al público en celo masculino.
Me cuesta mucho encontrar películas que de verdad me
ilusionen. Por eso cuando encontré la serie “My Mad Fat Diary” sentí la
necesidad de compartirla con vosotras/os, porque te abre ese pequeño rayito de
esperanza más allá del muro de la superficialidad.
Y tampoco estoy demandando
que hagan más películas en donde la prota sea gorda y tenga a un séquito de
tíos buenorrísimos detrás. Solo que dentro de esas 100 películas típicamente
iguales que hacen cada año, hayan un par en el que el género femenino sea “normal” y no actrices
sacadas de la industria porno. Ejemplo de ello fue “La proposición”, una
película que sí, puede ser la típica “comedia romántica americana” de primeras,
pero que me encantó y me vería cincuenta veces más. La protagonista no es ni
más ni menos que Sandra Bullock, que lejos de ser la típica tía buena, es una
mujer normal y corriente, que arreglándose mejora sus virtudes. Y joder, sí, me
encantó la película. Estuve todo el rato viendo cuánto le quedaba porque NO
quería que acabase. Es la primera vez que me pasa con una película, porque
también fue la primera vez que me transmitía esa “atípica” anormalidad de lo
no-típico en una película. La primera vez que no me tenía que asquear porque
los protas se enamoren nada más empezar, y ver agradablemente que no existe esa
atracción sexual nada más cruzar la puerta del despacho. Saber que existe
riesgo de rechazo. Esa es la clave, señores. Es lo que hace más falta en el
cine hoy en día. Posibilidad de rechazo. Como en la vida misma.